lunes, 13 de enero de 2014

80 ("Si Lou Reed ha muerto, todo está permitido")


80

“Si Lou Reed ha muerto, todo está permitido”.

Quienes frecuentan el Rastro, las almonedas o los mercadillos saben que la realidad gusta de componer caprichos inauditos. Una simple búsqueda en google me revela que el libro en cuestión (cuyo título, El incandescente regalo, se completa con todo lo que sigue, inquietante: "Una historia tradicional, y a la postre liberadora, de ninfómanas, negros superdotados y rubias tragasables”), atrajo en su momento esta caprichosa homilía de Miguel Espigado: “Cada obra suya tendrá que rendir cuentas ante sus propias reivindicaciones, que van más allá de una típica labor crítica, y casi forman un imaginario, una metaficción sobre una literatura posible”.

El nombre del autor es un tal Manolo de las Niñas, apenas recordado hoy excepto por este curioso ripio: De entre las fanegas le vi salir con ojos ambos/ Escriturando autógrafos ibas, a zurdos y entrambos. Ya en Ask Jeeves de las Niñas se nos revela como un “prostático poeta, imbuido de los turbios ideales del lacanismo, y dotado siempre de una exquisita educación sentimental”.

A raíz de la publicación de El incandescente regalo Manolo de las Niñas habría sido acreditado con “una intención claramente pedagógica… la importancia de inculcar a la sección femenina de nuestra sociedad o, por no sustraernos del prestigioso arcaísmo de una época más políticamente correcta que la actual, a las personas visibilizadas como mujeres, de inculcar, decía, un poderoso e irrevocable complejo de Garganta Profunda”.

En el lado negativo de las Niñas ha sido acusado de promover “la donosa sumisión de una entera generación de mujeres a los tejemanejes retóricos de la ironía posfeminista… abocadas a sobrellevar un guion vital para ellas, pero no de ellas”. 

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